Hay que tener cuidado al leer las etiquetas de los productos preparados y en principio, desconfiar del contenido en sal de todos los productos cárnicos que encontremos ya en bandejas en los supermercados.
Un ejemplo es la carne picada, si se compra en el mostrador una pieza de carne y la pican para ti, evidentemente no contiene sodio añadido. Sin embargo, esa misma carne, picada en el mismo supermercado y puesta en un expositor, probablemente si lleve sodio añadido, pues le ponen conservantes para alargar su duración en buen estado y evitar la oxidación.
Mención a parte merecen los llamados preparados de carne, frecuentes en la sección de congelados. Podéis encontrar, en el mismo refrigerador, filetes de carne y Preparado de filetes de carne, ambos con idéntica apariencia y precios parecidos. La diferencia es que el «preparado» lleva conservantes, incluyendo sal.
De hecho, algunos como el de la foto, incluyen la leyenda «No es necesario añadir sal», otros indican «Al punto justo de sal».
El mayor problema es que no indican cuanto sodio contienen.
Además de sal, también contienen otros aditivos (números E) cuya descripción completa podéis encontrar aquí