Tras un infarto u otro serio accidente cardiovascular, hay ciertos hábitos que pueden facilitar la vida y quitarnos miedos si los convertimos en actividades casi automáticas.
- Hacer copia del informe médico con información actualizada sobre la medicación que se toma y ponerlo en un formato que nos permita llevarlo siempre en el bolsillo, por ejemplo reduciendo el tamaño.
- Incluir en la agenda del teléfono móvil una entrada con el nombre «Aa» (siglas de Avisar a») y con el número de teléfono donde deseemos que avisen en caso de emergencia.
- Buscar una forma (por ejemplo algún envase especial) que nos permita llevar siempre suficientes pastillas para caso de emergencia (por ejemplo compuestos de nitroglicerina).
- Vigilar y anotar la tensión arterial y el peso periódicamente, controlandolos en los límites fijados por el médico.
- Organizar la medicación en pastilleros diarios de forma que sepamos si hemos tomado o no una cierta medicación.
- Durante los paseos cotidianos, procurar ir acompañado y, en cualquier caso, fijarse en el nombre y la numeración de la calle por la que paseamos para, en caso de necesidad, poder dar los datos exactos a los servicios de emergencias.
- Estar siempre atento a las sensaciones del propio cuerpo: frío, calor, sed, cansancio y adecuarnos para reducir cualquier esfuerzo lo antes posible.
- Descansar en posición horizontal, al menos 8 horas cada noche.
- Realizar ejercicios de relajación diariamente.
- Hacer comidas poco abundantes
- Antes de entrar en un restaurante, tener pensado cual es la comida (cardiosaludable) que deseamos tomar a fin de no dejarnos tentar por la sugerencias de la carta.